En el país de las hadas, existe una leyenda que dice que de cada estrella cuelga un hilo plateado y brillante, fino y suave.
Cada hada -dice también la leyenda- tiene su propia estrella y debe encontrar el hilo que la une a ella para no perder su destino en la vida.
Parece ser que ese fino cordón de plata une a la persona con el propósito para el cual ha nacido y que, de no encontrarlo, su vida se tornará vacía e inútil.
En ese país, mágico por dónde se lo mire, la fantasía se mezcla con la realidad y la leyenda con los hechos.
Dicen también que es cosa de todos los días ver a las hadas remontando una estrella cual si fuese una cometa y exhibiendo orgullosas el hilo de plata. Para ellas ese pequeño acto cotidiano significa que han encontrado su propósito en la vida, el por qué y para qué de su existencia.
En otras ocasiones, puede verse a un hada quien, llorando, mira hacia el cielo sin encontrar ni su estrella, ni el hilo que la une a su destino.
Parece ser que, cuanto más grande son las hadas en edad, más fuerte se va haciendo el hilo de plata. Como si por cada año que pasase, fuese más y más importante cumplir con el destino para el que se ha nacido.
Luz era un hada distinta. Jamás se había preocupado por buscar su estrella y por ende, el hilo que la unía a ella. Vagaba por la vida sin realmente saber para qué había sido creada, es más no le importaba tampoco. Prefería pensar que las hadas no tenían una misión especial y única cada una. De esa manera, la vida resultaba más cómoda pues no había metas para alcanzar, ni por las cuales luchar.
Luz no perseguía ningún hilo, pero sabido es que no se puede escapar del destino.
Cierto día, mientras Luz descansaba bajo la sombra de un árbol, su cordón plateado y titilante se presentó ante ella. Flotaba sin estar atado a nada. Como jamás había sido tomado por las manos de Luz, el viento impiadoso había jugado con él de tal modo, que lo había convertido en un gran nudo, aún plateado y brillante, pero nudo al fin.
El cordón, ahora convertido en nudo. se acercó a la sorprendida hada y le dijo:
– Jamás me has buscado. Te he seguido desde que naciste, tratando de indicarte el camino y nunca me has prestado atención. Mira lo que haz hecho de mi.
Luz quedó perpleja.
– Tómame, te doy una nueva oportunidad – Dijo el hilo meciéndose de un lado hacia el otro- Si no te aferras a mí, jamás encontrarás tu estrella y tu destino será incierto. Desátame y no sólo yo me sentiré mejor, sino que tu, habrás encontrado tu camino.
Luz no se movió, ni articuló palabra. Escuchó a su cordón, pero la indiferencia pudo más.
Decepcionado, el hilo se elevó hasta perderse en el cielo.
Luz no sabía que ése, había sido sólo el primero de muchos encuentros.
Cansado ya de la indiferencia del hada, el hilo plateado consultó a su estrella sobre la actitud a tomar.
– Síguela – Dijo la estrella- De ti depende que no extravíe el camino. Ella ha sido creada con muchos dones y una misión que cumplir, como todos. Tenle paciencia, no todos están dispuestos a averiguar qué es lo que tienen que hacer en este mundo.
Obediente el hilo volvió a bajar a la tierra.
Sin ánimo alguno de disimular su presencia, se convirtió en la sombra del hada.
A pesar de ello, Luz estaba decidida a no comprometerse con nada y menos aún a averiguar para qué estaba aquí en la tierra, por lo que hacía caso omiso de la compañía.
A cada paso que el hada daba, podía escucharse:
- Desátame, desátame, sólo tu puedes hacerlo.
El nudo plateado se interponía de una u otra manera en el camino del hada. Estaba dispuesto a ser escuchado esta vez y por sobre todas las cosas, desatado.
Luz tropezaba a cada momento con el cordón o se chocaba la cabeza contra el mismo. En la tierra y en el cielo, de día o de noche, con lluvia o sol, el nudo se había convertido en un verdadero estorbo.
Cansada ya de la persecución, el hada se escondió en una cueva, creyendo que así se libraría de su persistente hilo.
En medio de la oscuridad, apareció el nudo, brillante como siempre, desafiante como nunca.
- Esta visto que has ganado – Dijo el hada con tono resignado.
Lentamente, como abriendo un paquete cuyo contenido se desconoce y se teme, fue desatando el nudo.
Para su sorpresa, no bien el hilo se encontró libre brilló aún con más intensidad y Luz pudo ver su destino desplegado como un mapa dentro de su corazón.
Vio con mayor claridad sus dones y cómo podía aprovecharlos. Por primera vez supo qué hacer de su vida. ¿Cuál era el destino que Luz tenía marcado y ahora veía con claridad? ¿Importa tal vez?
Como primera decisión, tomó el hilo -ahora relajado- en sus manos con mucha fuerza.
El cordón feliz se disparó hacia la estrella de Luz y allí quedaron los tres unidos por primera vez y para siempre.
Luz supo que ya era hora de hacerse cargo de su vida y hacer algo con ella.
Dicen que ahora, hay un hada más remontando una estrella cual si fuese un cometa.
Dicen también que la remonta feliz y orgullosa pues pudo darse cuenta que nadie, ni siquiera un hada, puede escapar al destino.
EL HADA CELESTE
El hada Celeste era el hada de los cuentos. Vivía en un palacio de color azul, cerca de allí vivía el brujo Malacabrú que odiaba los cuentos.
Tengo que destruirlos. decía
Para poder entrar en el palacio del Hada tuvo que hacer un hechizo, durmió a todos los que estaban dentro, entró y destruyó todos los cuentos.
¡Por fin los he destruido,! ahora no habrá fantasía.
Cuando el hada Celeste se despertó y vio lo que había hecho el brujo se quedó muy triste
¡Tengo que hacer algo!, los niños no pueden quedarse sin la magia y la fantasía de los cuentos.
El Hada Celeste cogió una bolsa mágica y se fue a recorrer el mundo, y a todos los que se encontraba les preguntaba:
¿sabéis cuentos?.¿Sabéis historias?
y cosa curiosa todos se sabían cuentos y todos se sabían historias. El hada lo escuchaba, lo guardaba todo en su bolsa mágica y después lo contaba, ella decía:
Mientras haya alguien que cuente y alguien que escuche, no habrá servido de nada que el brujo Malacabrú haya destruido todos los cuentos.
El hada siguió su camino, y llegó a un pueblecito, allí se encontró con una niña que estaba llorando,
¿Por qué lloras?, le preguntó.
La niña respondió.
Lloro porque los niños no querrán jugar conmigo
¿Por qué dices eso? Le preguntó el Hada
Hace poco tiempo que he llegado a este país, no entiendo lo que dicen ni me entienden a mi, soy diferente
¿Y crees que eso importará a los demás niños?, ven sientate que voy a contarte un cuento.. Y el hada empezó a contar el cuento de
ZORAIDA
Zoraida era una niña árabe, que hacía poco tiempo que había llegado a aquel pueblecito a vivir, un día estaba en el parque, sola, estaba muy triste, lloraba y decía:
¿Por qué mi piel tiene que ser de otro color? ¿Y las costumbres de mi país tan distintas a las de este lugar?, conmigo no querrán estar y tener amigos muy difícil será.
María Clara, era una niña mejicana, hacía un tiempo que vivía en ese pueblecito, se acercó a Zoraida y le dijo:
No llores, mira yo vengo de Méjico, al principio a nadie conocía y mis costumbres nadie las entendía , pero ahora me alegro de estar aquí, tengo muchos amigos y soy feliz.
Zoraida miró a María Clara, pero no le hizo ningún caso ella siguió llorando y diciendo:
¿Por qué mi piel tiene que ser de otro color y las costumbres de mi país tan distintas a las de este lugar, conmigo no querrán estar y tener amigos muy difícil será.
Yu-Lan era una niña china, hacía un tiempo que vivía en ese pueblecito se acercó a Zoraida y le dijo:
No llores, mira yo vengo de China, al principio a nadie conocía y a nadie entendía, pero ahora estoy muy contenta de estar aquí tengo muchos amigos y soy feliz.
Zoraida miró a Yu-Lan, pero no le hizo ningún caso, ella siguió llorando y mientras lloraba decía:
¿ Por qué mi piel tiene que ser de otro color? Y las costumbres de mi país tan distintas a las de este lugar, conmigo no querrán estar y tener amigos que difícil será.
Javier era un niño que vivía en ese pueblecito desde que nació, se acercó a Zoraida y le dijo:
No estés triste, vente con nosotros a jugar, si sigues aquí sola, sólo pensarás en llorar y lo pasarás mal.
Zoraida lo miró pero no le hizo caso, la mamá de Zoraida lo había visto todo se acercó a su hija y le dijo:
Hija mía, no debes de llorar, piensas que estas sola, que no tienes amigos pero eso no es verdad, he visto como tres niños te han ofrecido su AMISTAD y a ti te ha dado igual
Zoraida miró a su mamá y comprendió que tenía razón por eso a los tres niños se acercó, y les pidió perdón.
Perdonadme, me he portado muy mal me habéis ofrecido vuestra amistad y no lo he querido ver, muy feliz seré si vuestra amiga puedo ser.
Los tres niños abrazaron a Zoraida y fueron amigos, y Zoraida en aquel pueblecito vivió feliz hasta que un día pudo regresar a su país.
El hada terminó de contar el cuento, la niña había dejado de llorar y le dijo:.
Me ha gustado mucho tu cuento gracias por contármelo me iré a jugar con los niños, seguro que no les importará que yo sea de otro lugar.
El hada Celeste, estaba contenta, guardó este cuento en su bolsa mágica y siguió buscando mas cuentos para contárselo a los niños.
IRINA
El Hada Celeste llegó a la plaza de una ciudad, en ella había un grupo de chicos, hablaban discutían, uno de ellos que se llamaba Carlos decía
Vamos a ver ¿Por qué, tenemos que ser amigos de la gente que viene de otro país, ellos vienen a este pueblo a trabajar nos dejarán sin trabajo a los demás.
Lucas le contestó:
Carlos, no tienes razón, ellos vienen a trabajar, pero trabajo para todos habrá, lo que pasa es que a los que vienen de fuera los tratas muy mal.
Silvia otra amiga de Carlos le dijo:
¿Te acuerdas? De cuando Irina llegó a nuestro pueblo de ella siempre te reías y nos decías:
¡Mirad! Cómo habla, nunca la vamos a entender, que regrese a su país, allí estará mejor que aquí.
Carlos enfadado les contestó:
Yo le decía eso porque no nos entendía, no se enteraba de nada.
No te entendía Carlos pero se enteraba del odio que veía en tu mirada.
Carlos muy enfadado dijo:
Esta bien, no me vais a convencer, ¡Dejadme en paz! La gente de otro país no tendrán mi amistad.
Los niños dejaron solo a Carlos, el Hada Celeste lo había oído todo.
¡Tengo que hacer algo!, Carlos tiene que comprender que se está portando mal.
Miro en su bolsa mágica y sacó de ella muchas estrellas de colores, las colocó en su mano y se las envió a Carlos.
Por la noche cuando Carlos se durmió, en el sueño las estrellas de colores que el Hada le había enviado lo llevaron a un lujar muy lejano.
Lo llevaron a una casita muy pobre, muy pequeñita, en ella vio a Irina a sus padres a sus hermanos, estaban muy tristes, el papá decía:
Querida familia, nos tenemos que marchar de aquí, no tengo trabajo ni nos queda dinero para vivir, tengo unos amigos que han encontrado trabajo en otro país, me han dicho que también lo hay para mi.
Irina con lagrimas en los ojos decía:
Papá, yo no me quiero ir,todos mis amigos están aquí.
Carlos vio como Irina lloraba cuando se despedía de sus amigos con los ojos llenos de lágrimas les decía:
Nos tenemos que marchar de aquí, no os preocupéis donde vamos la gente será buena y nos querrá, algún día regresaré y nos volveremos a ver.
Carlos cuando despertó
se dio cuenta de lo mal que se había portado y pensó en Irina.
Pobrecilla que mal lo habrá pasado, tan lejos de su país sin conocer y sin tener amigos aquí.
Y ese día cuando llegó al colegio buscó a sus amigos y les dijo:
Sabéis teníais razón con la gente de otros países me he portado muy mal, pero no lo volveré a hacer más.
Después buscó a Irina y le dijo:
Irína perdóname, contigo me he portado muy mal, pero tu amigo quiero ser y en lo que pueda te ayudaré.
Carlos e Irina se hicieron amigos y el sueño que había tenido nunca lo olvidó y cuando alguien llegaba de otro país, decía:
Hay que tratarles bien, cuando dejan su país es porque no tienen trabajo allí y no tiene dinero ni para vivir.
EL Hada Celeste, guardó esta historia en su bolsa mágica, estaba contenta Carlos había comprendido, y siguió su camino en busca de mas cuentos.
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